Donde solíamos gritar


Os prometo que casi puedo imaginarme como eran las reuniones de aquella generación de autores.
En una época, que a diferencia de mi pensamiento primero, poco tenía de más fácil o más simple. Eran locos, inconformistas, incomprendidos sobremanera, pero sobretodo eran jóvenes. Jóvenes con sueños, con ambiciones, con un futuro que la guerra les quitó.
 Si algo me ha enseñado la literatura es a valorar lo que se tiene, y a no sentirse solo. En medio del fragor del miedo, es donde se conciben las mejores historias.
 A mitad de un llanto, en medio de un suspiro quebrantado.
Siempre me he sentido perteneciente a otra época, quizás porque nunca he tenido que combatir contra el hambre o contra la muerte (...)

María Ruiz García

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